Evaluar el proyecto social y planificar la formación.

Evaluación del proyecto.

Cada proyecto comunitario es todo un mundo, con muchos detalles que lo hacen único, por lo que no se puede buscar una lista general de indicadores y esperar que con esto sea suficiente para evaluar el proyecto social y planificar la formación.

Es esencial que las personas que forman parte del proyecto planteen una metodología propia de evaluación y también que cuenten con la opinión de las personas destinatarias.

Es un tema complejo, pero en las siguientes líneas intentaremos aportar algo de luz.

Primero queremos remarcar que, la evaluación se debe centrar tanto en lo negativo como en lo positivo, aunque su fin principal objetivo sea lograr una mejora en el proyecto. Muchas veces se remarca demasiado lo que se hace mal, y se olvida mencionar todo lo que se hace bien, siendo lo segundo esencial para la motivación del grupo.

Por otro lado, recomendamos realizar tres evaluaciones por separado. (1) La primera para evaluar la consecución de los objetivos planteados. (2) La segunda para evaluar las actividades y la gestión interna. (3) La tercera, para conocer los resultados generales que se están logrando con el proyecto.

Para realizar la evaluación sin duda harán falta una gran cantidad de datos. Para lograrlos se puede optar porque las personas responsables de la actividad se encarguen de recopilarlos. También, en algunos proyectos podría ser cada voluntario/a quien haga esta labor y después lo envíe a la persona responsable.

En cualquier caso, es muy importante tener en cuenta la disponibilidad de las personas involucradas, para que la tarea de evaluar no les suponga demasiado esfuerzo.

Siempre quedarán cosas por conocer en un proyecto, pero cuando los recursos son limitados, una evaluación excesiva puede dificultar la consecución de los objetivos.

A la hora de recopilar datos hay que recordar que se quiere conocer lo que se logra, no sólo lo que se hace. Es decir, si en el proyecto se realiza una entrega de alimentos, lo importante es saber, por ejemplo, a cuántas personas se han entregado y si se han cubierto sus necesidades.

Si sólo se mide cuántos alimentos se han dado, faltaría información esencial. ¿Cómo definir los datos que se quieren recopilar? (1) Primero, hay que pensar en qué se quiere conocer en cada una de las tres evaluaciones. (2) Segundo, se redactan diferentes indicadores cuantitativos y cualitativos. (3) Por último, se decide cuánto peso tiene cada uno.

Para realizar todo este proceso puede ser útil utilizar diferentes técnicas de evaluación, en la web podrás profundizas más sobre ello.

Crear un plan formativo.

Junto con la evaluación, se detectarán muchas necesidades, algunas se podrán responder a una forma rápida, con pequeños cambios. Pero en otros casos, será necesario formar a todo el equipo del proyecto comunitario.

La mayoría de competencias necesarias para liderar o participar en proyectos sociales no se trabajan demasiado en la educación formal o reglada (la escuela, formación profesional, etc.), y la forma de adquirirlas es mediante la educación no-formal.

Ejemplos de contenidos educativos para mejorar el proyecto se pueden encontrar en esta misma guía (diseño de proyectos, la gestión de equipos, estrategias de sensibilización, búsqueda de financiación, trabajar en igualdad, etc.).

Pero lo ideal es que las personas coordinadoras diseñen un plan formativo propio en el que se recoja lo siguiente:

(1) Objetivos estratégicos: qué se quiere lograr.

(2) Principios metodológicos: cómo van a elaborarse y evaluarse las formaciones o talleres.

(3) Personas implicadas: quién impartirá y recibirá la materia.

(4) Catálogo formativo: listado que incluirá las acciones formativas internas separadas por fichas y también posibles formaciones externas.

(5) Presupuesto formativo.

Puede que algunas de las formaciones las puedan impartir personas del proyecto, pero otras pueden necesitar de formadores/as externos/as, ¡y para ello hay muchas opciones!

Entre las gratuitas están las que seguramente ofertará el centro cívico, el ayuntamiento, diferentes ONG, plataformas de internet, etc. Para formaciones de pago, el catálogo se abre mucho más, desde agencias especializadas en formación hasta la invitación de ponentes o profesionales del ámbito.

Formar a formadores/as.

Es probable que el proyecto comunitario tenga un presupuesto muy reducido, y se querrá utilizar principalmente para ayudar a la población, por lo que contratar a formadores/as externos no será una opción.

Para este caso, lo ideal es que el propio voluntariado sea quien imparta las formaciones, ya que entre la gran diversidad de personas también habrá una gran diversidad de conocimiento. Para llevar a cabo este reto es esencial que alguien se responsabilice de coordinar al grupo de personas formadoras.

Lo normal es que sea también la persona responsable del plan formativo. El siguiente paso es formar a las personas que van a impartir la formación, y es que, aunque sean grandes expertas en ciertos temas pueden no tener experiencia docente.

Para ello, se puede optar por realizar reuniones individuales o un taller grupal. En estas reuniones se deben identificar las capacidades docentes de cada persona y mejorarlas si se ve necesario.

Cómo impartir una formación eficaz.

Incluso para personas que hayan trabajado en docencia, llevar a cabo una formación en el contexto del proyecto puede suponer un gran reto: será un tema muy concreto, hay que transmitir la materia en un tiempo muy corto y el grupo de voluntariado tendrá perfiles muy diversos.

Quizás uno de los mayores retos aparecerá incluso antes de empezar la formación, y es el conseguir reunir a un grupo de un tamaño significativo. Para esto, es esencial que se esté trabajando bien el acompañamiento al voluntariado, porque éste sólo “sacrificará” un sábado o un domingo si de verdad cree en el proyecto y las personas que lo lideran.

Una vez haya fecha, lugar y grupo, que no es poco, se debe empezar a preparar la formación. En principio, el proceso debería de estar descrito en el plan formativo, pero las piezas esenciales de una formación son:

(1) El contenido a transmitir.

(2) Los objetivos que se quieren lograr.

(3) La metodología que se utilizará.

(4) Los materiales y las actividades que harán falta.

(5) El proceso de evaluación.

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